El huerto escolar del CEIP El Pilar como espacio de participación y aprendizaje

El huerto escolar del CEIP El Pilar como espacio de participación y aprendizaje


La reciente puesta en marcha de un huerto junto al aulario de infantil en el Colegio Público Nuestra Señora de El Pilar de Torrejón de Velasco es una magnífica iniciativa, que esperamos que contribuya, entre otras cosas, a que los niños y niñas coman de una manera más sana y valoren el trabajo de los campesinos y campesinas que alimentan al mundo.

No obstante, consideramos que el proyecto debería mejorar en al menos dos aspectos para aprovechar todo el valor social de los huertos escolares ecológicos.

Espacio de participación colectiva

El huerto escolar del CEIP El Pilar como espacio de participación y aprendizajeEn primer lugar, habría que reenfocarlo como un espacio de participación colectiva. El artículo enlazado arriba, recopilado en el blog de la Red de Huertos Escolares Sostenibles de Madrid, apunta que en los huertos escolares:

  • Se asumen las tareas en conjunto con integración de maestros, familiares y la comunidad. Se socializa el trabajo, las responsabilidades y se planifican las acciones.
  • Se realiza en un proceso participativo donde los escolares se organizan en grupos, todas las ideas y opiniones se toman en cuenta, y las decisiones se hacen colectivas.

En el colegio El Pilar, tal y como recogía Esteban Bravo, alcalde de Torrejón de Velasco, en su muro de Facebook, todo el proyecto ha sido hasta el momento empeño de la concejala de Educación y su ejecución de un agricultor local. Nos lo creemos, porque, por ejemplo, ni madres ni padres hemos recibido circular alguna invitándonos a participar del proceso y de la toma de decisiones. En realidad, lo que el alcalde está promocionando es una debilidad. Como en otros huertos urbanos y escolares ecológicos, la fórmula debería ser la misma: más manos y más ideas para llenar de vida el huerto.

Espacio de aprendizaje

En segundo lugar, habría que reenfocarlo como un espacio de aprendizaje. Un huerto escolar no es una explotación agroindustrial donde lo esencial sea maximizar la producción; más bien, debe aspirar a que los niños/as y los adultos que les acompañen aprendan y experimenten con multitud de conceptos distintos, interesantes y sencillos sobre la importancia de una alimentación sana, del trabajo en el campo y de una agricultura respetuosa con el Medio Ambiente. Además de sacar tomates y pepinos. Desde ese punto de vista, el diseño actual del espacio resulta poco atractivo para los/as niños/as por monótono y cerrado, no permite moverse con libertad dentro de él, ni incide en los principios básicos de la agricultura ecológica como la rotación de cultivos en bancales, el asociacionismo entre plantas o el uso de acolchados.

Desde nuestra agrupación esperamos que de cara al comienzo del curso 2017-2018 se incorporen estas ideas al funcionamiento del huerto escolar con el fin de convertirlo en un verdadero espacio de participación y aprendizaje.

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